Hay un asunto que quiero tratar desde hace tiempo y está relacionado con la aleatoriedad. ¿Recuerdas la última vez que te sorprendiste al encontrar a un conocido durante las vacaciones? ¿Y la sonrisa que pusiste al reconocer a una celebrity por la calle? Son hechos improbables que suceden constantemente y aplicables a la gestión empresarial.
En un artículo anterior hablaba de ciertos sesgos que cometemos en las estimaciones y cálculos de probabilidades. Hoy quiero explicarte, con algunos ejemplos concretos, cómo el anumerismo y la intuición nos engañan en la toma de decisiones y en la estimación de probabilidades.
La probabilidad y la ley de los grandes números permite a las aseguradoras convertir grandes pérdidas potenciales en otras pequeñas y ciertas: el pago de la prima. Es el principio básico del seguro y hace que: particulares, autónomos y pymes precisen del seguro de manera casi cotidiana.
No obstante, un riesgo, siempre desde la perspectiva aseguradora, debe cumplir ciertas características para poder ser asegurado.
Acudiendo al diccionario Mapfre, encontramos las siguientes características:
- Ser incierto o aleatorio: debe existir cierta aleatoriedad para que se produzca un contrato de seguro. Y es de esto en lo que más adelante me gustaría profundizar.
- Posible: la ocurrencia de un siniestro ha de ser posible.
- Concreto: capaz de ser analizado con detalle y que permita determinar la prima necesaria.
- Lícito: no dar cobertura a actividades ilegales.
- Fortuito: debe producirse de una manera ajena a la voluntad del asegurado, de ahí que el dolo sea una de las principales exclusiones.
- Contenido económico: poseer capacidad de indemnización.
En general, los seguros cubren hechos poco probables, pero posibles, en los que el asegurado necesita transferir el riesgo; porque, de materializarse, las consecuencias serían desastrosas.
Siguiendo con la improbabilidad, continuamente nos sorprenden coincidencias o hechos inesperados; sin embargo, a menudo, se trata de sucesos habituales. Las personas tendemos a subestimar eventos muy probables y a sobreestimar eventos improbables.
Lo cierto es que es improbable que nos toque la lotería; sin embargo, semanalmente, hay ganadores de premios extraordinarios; ya que es mucho más improbable que no haya ningún ganador dada la cantidad de apuestas realizadas. Esto es aprovechado por las agencias de comunicación para que tu percepción de las posibilidades de ganar un gran premio aumente.
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En juegos como scrabble nos sorprende que con las fichas que nos entregan al azar, podamos componer una palabra; sin embargo, es bastante improbable que podamos formar una palabra concreta elegida con antelación.
- Que haya un ganador récord en euromillones es más probable que ganar un premio
- Que en unas vacaciones te encuentres a un conocido es más probable que encuentres a una persona determinada.
- Que te cruces por la calle con un personaje famoso es más probable que te encuentres a un actor concreto.
De manera similar, a la larga, en seguros y protección, siempre es más interesante diseñar programas de gestión de riesgos y seguros con coberturas amplias para cualquier accidente y sus consecuencias, que pólizas con cobertura para eventos o causas concretas.
Por cierto, es bastante probable que a ti, a lo largo del próximo mes te ocurra algo improbable. Espero que se trate de un buen premio de lotería.